miércoles, 29 de mayo de 2019

Son las 5 de la mañana


No tengo sueño.
Hoy por primera vez
toqué las manos del carnicero
que duras, afiladas del acero
a las que sangre chorreaba
entregué mi cuerpo
en busca de muerte, de calma
y se resiente en el alma.

Quisiera volverte espesa hiedra
para trepar rauda hasta tu vera,
a mi tejado sólo tiro piedras.
Admito, ahora es mejor así;
recuérdame como perdí
recuérdame como huí.

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