miércoles, 1 de noviembre de 2017

Noviembre


Llegó noviembre y nadie supo a donde huir.


Primer día de noviembre, penúltimo capítulo del año.
Las hojas ya se han tornado de infinidad de colores cálidos; granates, amarillos y marrones inundan las calles al igual que el perfume de castañas que se nota en el aire, me pongo el chaquetón, mi tan esperado frío ha vuelto después de mucho tiempo, cómo un viejo amigo al que no veías desde hacía siglos, por fin está aquí.
Pasear por la noche vuelve a ser relajante, hay un gran contraste desde el verano, donde te encontrabas con el vaivén de la gente. Ahora el pasaje está desierto y la Luna está menguante.
Me he disparado a mi misma, a quemarropa, y he fallado el tiro, con tanta niebla y tanto chaparrón otoñal se me ha empañado la vista y he acabado ametrellando lo que no quería.
Quizás si que es verdad lo que dicen, que este es el mes de las tragedias, del mal tiempo y de los poetas, quizás este sea el mes que me describa a la perfección, que mala suerte ¿O no?
Este mes también le digo adiós a los dieciséis, a la tranquilidad, a salir todos los días a caminar, a la rutina...
No estoy segura de querer esto, pero ¿Qué más da? Porque cómo decía Rimbaud "On n'est pas sérieux quand on a dix-sept ans." (Nadie es serio a los diecisiete años) Y, quizás, una tarde de noviembre, escuchando la lluvia al lado de mis amigos, harta de cervezas y limonadas, termine este penúltimo capítulo de esta novela, para escribir el final, el epílogo.
Puedes venir aquí, a resguardarte del frío.

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